Hace unos años inicié una campaña para dar a entender a los fabricantes e importadores de ordenadores personales y portátiles que deben tener en cuenta la «idiosincrasia» del país en el que hacen negocio.
Y que, lo mismo que a nadie se le ocurre vender ordenadores en cuyo teclado no figure la letra «ñ«, no se deberían vender ordenadores sin lector de tarjeta chip (que yo llamo «chipetera«) por la ubicuidad de las tarjetas de firma electrónica e identificación como el propio DNIe.
Tras el tiempo transcurrido (más de ocho años) y el número de DNIs electrónicos expedidos (más de 52 millones) uno pensaría que ya no se venden en España ordenadores sin chipetera.
Sobre todo después de que los importadores y fabricantes de ordenadores accedieran a «hacerse la foto» con su compromiso para lograr ese objetivo, junto con las autoridades del ramo. Yo casi me lo creo.
Pues aquí estamos. En pleno 2016, y mi ordenador sin enie. O, lo que es lo mismo, sin chipetera.
Se ha producido un cierto desencanto porque los españoles no nos acabamos de creer que somos líderes en nada, como lo somos en esto: ciudadanos con acceso a un sistema de identificación digital y firma electrónica de máxima calidad y presente a los bolsillos de cada uno de nosotros.
Y las administraciones públicas, en vez de desplegar sistemas que hagan fácil su uso, pasándose a la autenticación por otros medios, no por atender a las necesidades de los ciudadanos sino por aceptar la imposición de los navegadores (programas para acceder y visualizar páginas web) que eliminan el soporte de los programas en java en los navegadores.